Estos perros eran adiestrados para matar y despedazar a los indígenas. Las razas de perros españoles llevados a la conquista principalmente fueron los mastines, los lebreles (galgos), los alanos, los podencos y los sabuesos.
Los perros provocaban mucho miedo a los indígenas, ya que estos solían pesar unos cuarenta kilos, el peso medio de un indígena, con lo que cualquiera de esos perros podía matarlos con suma facilidad.
Una vez que que terminó la conquista de América, los perros pasaron de grandes aliados a gran problema, ya que se habían reproducido por miles. Estos perros se escapaban y mataban al ganado y a los animales de caza.
Entonces el rey de España Carlos V dictaminó que se prohibiesen en el Perú la existencia de “perros carniceros”. Esto provocó que los españoles empezaran a aniquilar al mayor número de perros de conquista posible.
Algunos no fueron asesinados sino que se les dieron nuevas funciones. Irónicamente, muchos de ellos se convirtieron en fieles guardianes de algunos indígenas ya que los protegían del abuso de los conquistadores.
“… ven a los ladrones y salteadores que andan de noche los negros cimarrones o lo que no son cimarrones o los mismos españoles y algunos indios ladrones”.
Felipe Guamán Poma de Ayala.